Es de esos lugares poco conocidos del sur de Chile pero cuando viajeros lo exploran quedan maravillado por sus paisajes, la naturaleza, los volcanes, la tranquilidad y, lo más importante, la calidez y el cariño de los y las octayino/as.

UN RINCÓN DEL AYER

Imposible no quedar enamorado y ser recomendado como una joyita auténtica y de calidad. Esta zona ha sido “descubierta” por pocos viajeros. El que sabe, sabe, dicen.  La comida, divina.

Ubicada a sólo 1:35 horas de vuelo desde Santiago de Chile (980 kms. -10 horas en ruta terrestre), la comuna se emplaza en medio de bosques nativos y los maravillosos lagos Rupanco y Llanquihue.

Sus parajes son un reflejo vivo del legado cultural, gastronómico, industrial y comercial, gastronómico de la colonia alemana (iniciada hace 166 años, en 1852) y su integración con las comunidades locales.

Casas de antaño y los hospedajes rurales permiten a los viajeros poder elegir a sus anfitriones de acuerdo a los interesas particulares (cultura, patrimonio, historia, pesca, deportes náuticos, trekking, canopy, termas naturales o tranquilidad y meditación). Destacan, bed & breakfast de familias rurales, hosterías y hoteles tradicionales y hostales y modernos lodges- Spa.

Se ubica a sólo 50 kms. del aeropuerto de la ciudad de Osorno (con vuelos diarios) y a 78 kms al noreste del aeropuerto de Puerto Montt, la ciudad a la que obligadamente llega la mayoría de turistas que viajan a la Isla de Chiloé.